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VÍCTIMAS INVISIBLES

trata y tráfico de personas en Bolivia

La última vez que Édgar vio a su hija fue cuando la dejó, en una librería, a dos cuadras del colegio Eduardo Velasco Franco. Foto: Hernán Virgo

“Voy a ser detective”: el padre que busca su hija desde 2014

Por: Nelfi Fernandez Reyes

Édgar Flores ha perdido la fe en la Policía. "Voy a ser detective", dice y en su voz no hay un dejo de duda. En realidad él y su esposa Nora Abastos vienen realizando tareas detectivescas desde el 11 de septiembre de 2014 cuando su hija Sandy Luz Bella, que en aquel entonces tenía 16 años, desapareció luego de que la dejara, a las 7:30, en el colegio Eduardo Velasco Franco, en la calle Vallegrande de la capital cruceña, donde cursaba el segundo de secundaria.

Lo primero que hicieron Édgar y Nora fue ir a la institución verde olivo en busca de ayuda. Pero, ¿con qué se encontraron? “Con que teníamos que volver en 24 horas, que mi hija tal vez se había ido con su cortejo y que ya iba volver, que eso era normal, que muchas casos eran así”. La que responde es Nora. Cuenta que en ese ínterin no se quedaron quietos, buscaron a las compañeras de Sandy, sacaron extractos de llamadas, preguntaron a los vecinos y... sin ninguna respuesta volvieron a la Policía. “Solo llegamos a sacar el afiche de desaparecida”, apunta.

El de septiembre de Sandy Luz Bella Flores Abasto, de años, se perdió. Ese día su padre Édgar Flores lo llevó al colegio y desde entonces su familia no la ha vuelto a ver. Foto: Hernán Virgo

-¿Por qué?

Relata que los uniformados que los atendieron les pidieron hacer sus propias averiguaciones. “Que para poner una denuncia teníamos que saber con quienes estaba (Sandy) o con quienes había salido. 'Vaya a averiguar', me dijo. No quisieron ayudarme. No fui más. Si ellos no nos quieren ayudar, ¿para qué volver?”.

Édgar es un ex árbitro de fútbol de Warnes. Ahora se dedica al transporte. Tiene un microbús que cubre la ruta Satélite Norte-ciudad de Santa Cruz. Nora combina su tiempo de ama de casa con la venta de comida. El último día que vio a Sandy habían acordado que cuando saliese del colegio se encontrarían en el mercado La Ramada para hacer compras. “Ella me animó a volver a cocinar para vender”, recuerda.

“Ella va a volver”, dice con tono de dolorosa sentencia. Mientras sus ojos marchitos de tanto llorar vuelven a recorrer la vida de Sandy en fotografías desde cuando era una bebé hasta sus 15 años, Édgar se acerca al guardarropa de su hija. Allí siguen colgados sus uniformes de colegio, su traje de guaripolera y todas sus cosas.

“Ella va a volver”. Esta vez es el padre el que repite la frase. La cama, la ropa, los osos de peluche, todo continúa en su lugar. En esa esquina de la habitación el tiempo se ha detenido y es ahí donde el padre que quiere ser detective, intentando contener las lágrimas y que su voz no se quiebre, dice: “Es difícil la vida sin mi Sandy. A veces nos confundimos y llamamos a nuestras otras hijas por su nombre y nos ponemos melancólicos. Su espacio en la mesa permanece vacío”.

La búsqueda
Para quien tiene un ser querido desaparecido cualquier dato que reciba es una luz de esperanza. De alguna forma Édgar y Nora se enteraron de que una mujer que vendía pastillas vio a Sandy haciendo fila en el Servicio General de Identificación Personal (Segip) –según supone- para sacarse una cédula de identidad, por ello fueron con un abogado a requerir información. También la respuesta fue negativa.

Desde el 11 de septiembre de 2014 han hecho lo que ha estado al alcance de sus manos para buscarla. Empezó colocando afiches con la foto de Sandy en los lugares públicos de los municipios de Warnes y Montero, luego la indagación pasó a otro nivel: infiltración a moteles, casas de citas, karaokes y alojamientos donde -según sus investigaciones- se mueve el negocio de la prostitución.

“Para los hombres es más fácil porque uno se hace pasar como cliente aunque, lamentablemente, hemos tenido que recorrer estos lugares con mi señora", dice Édgar, que también se ha dado a la tarea de observar. Frecuenta lugares como el parque El Arenal (ubicado en el centro de la capital cruceña y considerado zona roja). Alguien le dijo que por allí ambula la pastillera que vio a Sandy en el Servicio General de Identificación Personal (Segig) y que esa zona es considerada roja por la prostitución, proxenetismo y trata. Esos datos lo han llevado a ir una y otra vez al Arenal.

Su trabajo de observación le ha permitido conocer 'la movida' del comercio clandestino del sexo.

Los esfuerzos de la familia Flores Abasto por buscar a Sandy. Foto: Hernán Virgo
"Es difícil la vida sin mi Sandy. A veces nos confundimos y llamamos a nuestras otras hijas por su nombre", dice Édgar Flores. Foto: Hernán Virgo
El dolor por la desaparición de su hija ha hecho que Édgar organice a los padres de barrio Satélite Norte, Warnes, para colaborar en la búsqueda cuando se desaparece un menor de edad. Foto: Hernán Virgo

- ¿Por qué no va a la Policía para que le ayuden con la investigación?

- Porque en realidad la Policía no se mueve. Voy a hacer una especie de detective. Voy a descubrir cómo se maneja esto de la prostitución (...) Hay hartas niñas que están metidas en esto. Alguien tiene que hacer algo. Es por ese motivo que voy arriesgarme a hacer esto. Me voy a ir solo por las fronteras del país. Voy a empezar por Paraguay, luego por San Matías pasaré a Brasil y de allí, a Perú.

Ya no es solo la esperanza de encontrar a Sandy lo que lo ha llevado a tomar esta determinación, sino la de -con un poco de suerte- dar con el paradero de las hijas de otros padres que también están dando esta lucha.

Édgar dice que partirá a fin de año y se irá solo con una cámara.

"Detrás de cada víctima hay una historia desgarradora"

El mayor Dennys Montaño, jefe de la División Contra la Trata y Tráfico de Personas de Santa Cruz, señala que esa unidad policial dependiente de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) está redoblando esfuerzos para combatir la trata y tráfico, pese a contar (sin especificar la cantidad) con un personal reducido.

Sostiene que se atienden todas las denuncias; sin embargo, se han dado falsas alarmas en las que las presuntas víctimas abandonaron sus hogares por razones distintas a los de la trata y tráfico generando una inversión de recursos y de tiempo que podrían bien ser utilizados en otros casos de personas desaparecidas.
“Detrás de cada víctima hay una historia y las conocemos porque los padres nos las cuentan. A veces ellos tienen que poner sus propios recursos porque no hay todavía condiciones”, sostiene el director de Políticas Sociales de la Gobernación de Santa Cruz, Duberty Soleto.

La autoridad reconoce que pese a que el gobierno departamental ha destinado Bs 500.000 para afrontar este flagelo, en dar asesoramiento legal, terapias a familiares y seguimiento a casos, así como la realización de ferias preventivas en municipios y provincias rurales (alcanzando un total de 7.779 personas en lo que va del año), hay familias que están caminando solas y buscando con sus escasos recursos a sus hijos desaparecidos.

Santa Cruz fue uno de los primeros departamentos en conformar, en 2015, su Consejo Departamental Contra la Trata y Tráfico de Personas y Delitos Conexos, con 19 instituciones, dando así cumplimiento a lo establecido en la Ley Nº 263. También ha elaborado su plan 2017-2020 en el que prevé ejecutar programas, proyectos y servicios dirigidos a prevenir y erradicar progresivamente este problema.

 

      

Staff:
Investigación: Nelfi Fernandez Reyes
Edición de textos: Sol Lauría, Mónica Salvatierra
Desarrollo web: Rubén Darío Rivero Vásquez
Análisis de datos: Lizeth Vargas
Edición de video: Román Vidal, Miguel Roca, Christopher André
Infografía: Mary Luz Soruco
Diseño gráfico: Marco León
Colaboración: Ángela Calderón, Alejandra Arnez, Carmela Delgado

ESTA INVESTIGACIÓN SE REALIZÓ EN EL MARCO DE LA INICIATIVA PARA EL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN EN LAS AMÉRICAS, DEL INTERNATIONAL CENTER FOR JOURNALISTS (ICFJ), EN ALIANZA CON CONNECTAS Y LA FUNDACIÓN PARA EL PERIODISMO (FPP)