Pecado, delito e impunidad, una historia con sotana

Por Erick Ortega Pérez

Capítulo 2. Un hogar convertido en infierno


Portada

Cuando el Arzobispado de Cochabamba se enteró de los abusos que cometió Santana Trinidad contra más de 30 niños, él fue llevado a una casa religiosa. El infierno que vivieron los niños en el internado de Tapacarí fue “sofocado” con silencio. Es como si nunca hubiera pasado nada y por tanto nunca hubo un resarcimiento ni juicio. Es un delito impune.

Salto de línea

Juan José Santana Trinidad es culpable y lo sabe. Escucha otra pregunta que le muerde desde el pasado.

-¿Está arrepentido?


-¿Qué piensa? Claro que estoy recontra arrepentido. Yo a veces me sigo preguntando ¿Qué me pasó en aquellos años? ¿No sé qué me pasó?


-Treinta personas...


-No, bueno no sé, yo de eso no puedo hablarte porque no… fíjate que ni siquiera he querido informarme de lo que pasa, de lo que dicen de mí. Hay cosas que serán verdad y las que no. A veces la prensa, no sé me da la impresión que a veces la prensa habla y no tienen elementos o capaz que sí los tiene. No me conocen como persona, no sé. Yo de eso no quiero opinar, pero tampoco tengo elementos.


-Así fueran una o diez las víctimas es algo que no está bien...


-Por supuesto, pero no te digo que yo me pregunto qué me pasó para terminar así, para desbarrancarme de esa manera, no sé no, no lo sé, no lo sé. Aún hoy me sigo preguntando no sé qué me pasó. Y frente a este terrible drama yo sólo puedo mirar a mi familia. Es a lo que alcanzo a hacer: mirar a mi familia y pensar que mañana voy a seguir con ellos acá. Mis padres los dos son mayores y ¿te imaginas si me llega a pasar algo a mí cómo va a repercutir en ellos?

-Su mamá, su papá…

-Hechos bolsa hasta ahora. Tu presencia acá ahora nomás, fijate ahora yo tengo que ir adentro y hablar con ellos y decirles vino un periodista de Bolivia. Eso nos remueve todo, de nuevo el drama.

-Pero su familia lo ha apoyado.

-Mi familia me ha contenido. Si no fuera por ellos yo no sé qué hubiera hecho de mí, no sé qué hubiera hecho.

-Dígame si pudiera hablar con la gente de Bolivia ¿qué les diría?

-A la gente de Bolivia yo ya hablé en su momento, ya, digamos. Yo ya he hablado con esa gente que me ha venido a preguntar cosas y yo he dicho en su momento ya he dicho cómo me sentía, y yo ahora sólo quiero pensar en mi familia.

-¿No va a volver a Bolivia nunca más?

-No sé, no sé, no sé qué va a pasar de mí mañana, ¿entendés? Yo vivo el día. Hace 15 años que vivo el día, no puedo ni siquiera pensar qué voy a hacer la semana que viene. Y no ahora, no, desde hace 15 años. No sé qué va a ser de mí pasado mañana. Yo sólo puedo vivir desde que me levanto, ese día, hasta que me acuesto. Digo no sé qué me pasará mañana.


Algunos recortes con la noticia de los abusos y la huida de Santana


Salto de línea

No encubrirás


Salto es una ciudad que en el último tiempo resguardó a sacerdotes acusados de pederastia. El caso más reciente es el de Gustavo Melgar.

Desde 2014 hasta 2019, Melgar frecuentaba a una familia de escasos recursos que vivía en Minas, a más de 500 kilómetros de Salto. El cura entregaba dinero a la madre y se ganó la confianza de sus tres hijos. En septiembre de 2019, la mayor de las hermanas, de 15 años, contó a su hermano que el religioso abusaba de ella; luego la hermana menor, de 11, reveló que también era víctima del mismo delito.

Cuando se supo de los vejámenes, Melgar fue suspendido de sus funciones y la Iglesia Católica lo envió a Salto. En marzo de 2021 dictaron arresto domiciliario al sacerdote, entonces el Tribunal de Apelaciones emitió un comunicado en el que informaba: “(las hermanas) no cuentan con la protección de su madre, quien aparece marcadamente volcada a favor de favorecer los intereses del imputado”. Recién en febrero de 2022 la justicia uruguaya condenó a Melgar a una pena de ocho años de cárcel.


No sólo la madre de las víctimas se pone del lado de los acusados, hay un “club de fans” que protege a los curas señalados por pedofilia.

“Club de fans” es el término que acuña Silvina Cayetano, activista del colectivo feminista Revuelta Subversiva, para hablar de quienes se ponen de este lado de la historia. “Nuestra labor desde hace cinco años es denunciar públicamente a abusadores sexuales, pederastas y explotadores sexuales. Lo que pudimos comprobar, y lo llamamos de una manera metafórica, es que en Salto existe una tribuna defensora de abusadores sexuales que son una especie de club de fans, y cada vez que publicamos algo salen en masa a atacarnos para desacreditar la denuncia que hacemos y eso provoca que muchas víctimas se vayan para atrás en sus denuncias o no quieran continuar con el proceso”.


El mediodía del domingo 16 de febrero de 2021, las mujeres de Revuelta Subversiva se pusieron delante de la catedral de la ciudad para lanzar cánticos contra Melgar y la Iglesia Católica. Frente a ellas, en la plaza Artigas, estaba el “club de fans” que sacó cara por los sacerdotes.


Hay más. Uno de los sacerdotes más queridos de Salto fue William Gadea. El cura falleció en 2014 luego de un accidente de tránsito y su deceso fue noticia de primera plana. Se recordó la importancia del párroco para el poblado salteño; sin embargo, se omitió informar que estaba acusado de la vejación a un joven que fue su monaguillo 30 años atrás.


Galimberti, exobispo, ayudó a la familia de Santana, en Salto

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No Escaparás


Hace años que Santana Trinidad ya no es sacerdote. Vive en casa de sus padres y se anima a hablar acerca de su situación, especialmente de su relación con el clero.


-¿La ayuda que le ha dado la iglesia le ha servido algo?

-¿La iglesia acá?

-Ajá.

-La Iglesia acá, no sé. No es que no quiero decir que no me ha dado ayuda. Me ha venido a ver, a conocerme. No sé en qué sentido decís ayuda, me han venido a hablar, sé que han estado conteniendo a mis padres también, más de eso no puede hacer nada la Iglesia acá. Y al principio, después ya no. Una vez que yo me desvinculé de la Iglesia se terminó ese vínculo por completo.



En 2007 el obispo de Salto era Pablo Galimberti, otro sacerdote muy respetado en Uruguay. En la actualidad el religioso es obispo retirado y recuerda el caso Santana. El 12 de junio de 2023 dio su versión de lo sucedido: “Recibí instrucciones del Vaticano para que tomara contacto con él (Santana), para que se le comunicara la desvinculación del Estado clerical (en términos militares: darlo de baja). Él firmó y yo remití su renuncia a Roma. Nunca más lo vi. A quien le correspondía llevar adelante las investigaciones era al obispo del lugar donde se produjeron los hechos, o sea en la jurisdicción eclesiástica de Bolivia donde ocurrieron los hechos. Nunca más tuve contacto o noticias de él”.


Efectivamente, la Santa Sede le bajó el pulgar a Santana Trinidad y la Congregación para la Doctrina de la Fe envió una carta, fechada el 7 de abril de 2011, en la cual informó: “El Santo Padre, en la audiencia concedida al Prefecto de este Dicasterio el 25 de marzo de 2011, ha decretado la dimisión ex officio et pro bono Ecclesiae del Estado clerical del Rev. Sant’Anna Trinidade y la dispensa de las relativas obligaciones sacerdotales, incluido el sagrado celibato”.


Es decir, el Vaticano “dio de baja” al sacerdote uruguayo más de tres años y medio después de que se supo el hecho. En la nota dirigida al Arzobispado de Cochabamba se toma en cuenta “el grave daño producido a la Iglesia y a la dignidad del sacerdocio, con los consiguientes peligros para los menores y para la santidad de los sacramentos”.


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No te esconderás


El caso estalló de forma pública el jueves 8 de noviembre de 2007. El arzobispo de Cochabamba Tito Solari dio una conferencia de prensa en la cual anunció: “Con profundo dolor, tengo que comunicar a la opinión pública que uno de nuestros sacerdotes ha cometido abusos deshonestos contra menores albergados en uno de nuestros internados. Acatando las leyes de nuestro país, hemos aplicado las normas de la Iglesia, alejando de inmediato al sacerdote de los chicos y prohibiéndole el ejercicio del ministerio sagrado hasta la realización del proceso canónico”.


Al día siguiente el hecho fue noticia nacional. Los periódicos titularon: “Iglesia pide perdón por abusos sexuales cometidos por un cura” (El Deber), “La Iglesia pide perdón por un cura abusador” (La Razón), “Iglesia pide perdón por abuso sexual a 30 niños de un hogar” (Opinión).


Solari informó que se conformó una comisión para el caso y el vocero del clero fue Eugenio Coter, delegado episcopal de la Pastoral Social Caritas. Él hizo una relación cronológica de los hechos, la cual se publicó en el diario Opinión.


Según Coter, el domingo 21 de octubre por la noche, la religiosa responsable del internado acompañada de tres niños y un profesor se reunió con el Arzobispo de Cochabamba para narrar la denuncia sobre el cura. El lunes 22, el sacerdote se presentó en el Arzobispado. El martes empezó de manera oficial el juicio en el interior de la Iglesia. Al día siguiente se decidió la suspensión y el jueves 25 (en la versión de la Iglesia) se “alertó” del hecho al Servicio de Gestión Social (Sedeges).


Catedral de Salto, durate una protesta ccotra un cura abusador


Para entonces, Juan José fue alojado en una vivienda de la Iglesia Católica.

El Sedeges es una pieza clave de esta historia, puesto que era la entidad departamental encargada de hacer inspecciones mensuales a los centros de acogida. Miriam viuda de Montaño, del Sedeges, informó al diario Opinión que no se hizo el trabajo de seguimiento porque la institución carecía de vehículos para llegar a regiones alejadas de la ciudad.


Así, el viernes 26 de octubre la Iglesia, junto con el Sedeges, comenzó a trabajar en la denuncia contra el uruguayo, y el viernes 2 de noviembre de 2007 ya no había noticias del paradero de Santana Trinidad. Coter dijo a los medios de comunicación: “Se ha procedido con toda celeridad, seriedad y precauciones que el caso ameritaba, pero no hubo ningún hecho in fraganti. sino la Policía lo detenía y se hubiera simplificado la situación”.


El viernes 16 de noviembre de 2007, la Fiscalía informó que dos días atrás se emitió la orden de aprehensión contra Santana Trinidad. Un caso que, en los registros oficiales del clero, se conoció tres semanas previas.


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No ocultaras


Mariluz Bustamante, quien entonces integraba la Comisión de Conflictos del Arzobispado de Cochabamba, dio la cara por la Iglesia. Cuando le consultaron por qué no se detuvo al sacerdote, ella respondió: “Si lo hubiésemos detenido, él podía decir que hemos cometido una arbitrariedad. La Iglesia no tiene su Policía”. Agregó que Santana “entró en un nivel de preocupación preocupante”.

Los medios de comunicación estaban tras la noticia. En la nota de Opinión “La Interpol intervendrá en la búsqueda de cura pederasta”, Bustamante contó que la Fiscalía pidió a la Iglesia información del sacerdote: “El monseñor está evaluando con sus asesores la documentación que va a ser entregada a la Fiscalía, estamos dispuestos a coadyuvar”, reveló.

El asesor del Sedeges, Arturo Arnez, lamentó el hermetismo del clero; en tanto que el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen, coronel Víctor Escóbar, cuestionó que el sacerdote hubiese sido cobijado por la Iglesia. Con todo, la Policía también criticó la inoperancia del Sedeges, entidad que reconoció sus limitaciones para controlar los internados.

Eran tiempos sin luz. A pesar de los anuncios eclesiales, las autoridades se quejaban porque no recibían información del cura uruguayo. Se supo que la Policía ni siquiera tenía fotografías de Santana Trinidad y toda la información que se obtuvo fue entregada por los religiosos a cuentagotas. Era como jugar al gato y al ratón, con un gato cuyos ojos estaban vendados y que carecía de olfato.


Hubo más matices oscuros. La red ATB ingresó a Tapacarí y los pobladores denunciaron que una comisión de 12 personas llegó al pueblo y pidieron que se callen sobre los abusos del sacerdote uruguayo a los niños del internado. La delegación estaba conformada, según la denuncia, por gente de la Iglesia.

El policía Serafín Mendoza le contó a La Prensa, en mayo de 2008, que la última vez que se vio al cura en Tacaparí fue el martes 16 de octubre, mucho más antes de lo informado de manera oficial por la Iglesia. La decisión de sacarlo del lugar fue inmediata, después de todo, como anunció el clero, no podían tener al “lobo entre las ovejas”.




No olvidarás


Andrés Eichmann es en la actualidad el portavoz de la Conferencia Episcopal Boliviana, responsable de la Iglesia Católica para tratar temas relacionados con pederastia. Afirma que se emplearon los tiempos normales.


Recién conversó con Coter y éste le explicó algunos pormenores. Le contó que “el Sedeges tuvo cuatro días hábiles para hacer la denuncia (viernes 26, lunes 29, martes 30 y miércoles 1 de noviembre); para moverse (fuera de los demás días que, al tratarse de algo de tanta gravedad, podían haber utilizado: sábado 27, domingo 28 y jueves 2 de noviembre): en total toda una semana”. No lo hicieron; al contrario, dejaron pasar más días.


“La Iglesia tenía que alojarlo en algún lado al cura; todavía no había ninguna prueba de culpabilidad. De ahí a que se escape, no puede deducirse que se lo ayudó”, explicó Eichmann.


Añadió: “Sea como fuere, la Fiscalía no obtuvo ninguna denuncia de las víctimas, y no actuó en ningún momento. Si hubiera tenido pruebas habría pedido la extradición. No lo hizo. Me dice monseñor Coter: ‘Nos enteramos meses después que estaba en su país. La Fiscalía, no contando con denuncias de las víctimas, sino con la sola señalación de la Iglesia de molestias a los menores, no procedió con los pasos legales correspondientes (orden de detención, arraigo, extradición... porque nunca consiguió pruebas)’. También dice: ‘Por el silencio que hubo de los menores y sus familias creo que la denuncia quedó en molestia. No recuerdo que Santana hubiera admitido el hecho”.


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