Pecado, delito e impunidad, una historia con sotana

Por Erick Ortega Pérez

Capítulo 3. El Pecado del Olvido


Portada

Las vejaciones de Santana están en la impunidad, en el olvido de las autoridades bolivianas. En Tapacarí no se habla del tema, es como un secreto vergonzoso. En Salto, el excura vive una vida casi normal, pero los recuerdos lo atormentan

Salto de línea

La tarde del 12 de junio de 2023 la ciudad de Salto luce tranquila. En el barrio Palomar parece que el tiempo se hubiera estancado en los días posteriores a la resaca de una fiesta. El viento casi no mueve las hojas de los árboles y la mirada de Santana se pierde entre el cielo y la tierra.


De nuevo escucha las preguntas y responde:


-¿Todo este tiempo se ha quedado acá?


-Sufriendo eso, viviendo eso cada día.


-Tampoco piensa moverse de aquí…


-No.


.....





En Salto pocas personas se acuerdan de él y menos aún saben lo que hizo en ese pueblo boliviano llamado Tapacarí.

Jorge Pignataro, uno de los periodistas más importantes de Salto, hace memoria en la sala de prensa de la Radio Libertadores: “Yo lo tenía bastante olvidado este caso, pero en un momento sí fue muy muy resonada la historia de este sacerdote que se comentaba había abusado de varios menores en Bolivia y que estaba viviendo en Salto. De hecho, acá conocemos a su familia, a los padres puntualmente”.

Está tan olvidado Santana que Pignataro no sabe si el exsacerdote volvió a su casa. Eso sí, él tiene muy buena memoria y además es un radialista acucioso que suele seguirle la pista a los temas de interés social. La llegada del cura fue en la clandestinidad. Cuando estuvo en su ciudad lo hizo en silencio, aunque vive en uno de los barrios más populares salteños.


La noticia sobre los abusos cometidos por el sacerdote uruguayo Santana Trinidad estuvo en los periódicos del país


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No eres impune



En Bolivia los casos de pederastia volvieron a ser parte de la agenda noticiosa cuando el periódico español El País publicó un reportaje en el cual develó la historia del sacerdote valenciano Alfonso Pedrajas. Este jesuita abusó a niños del colegio Juan XXIII, entidad perteneciente a la Compañía de Jesús, y documentó sus vejaciones en un diario de vida que escribió entre 1960 y 2008.

Pedrajas no fue el único, su expediente destapó otros casos y se demostró que los curas extranjeros en Bolivia únicamente rendían cuentas a la iglesia Católica sobre sus actos. Se desveló que existían patrones de conducta similares: las víctimas recurrentes de violaciones eran niños provenientes de familias con escasos recursos económicos y vivían en internados religiosos donde los curas eran amos y señores.

En algunos casos, los sacerdotes tenían antecedentes antes de ejercer el cargo. Por ejemplo, Francesc Peris. A Peris le decían Chesco en Bolivia, pero en su natal España fue conocido como “Sex Penis”. En los años 70 fue acusado de abusos a menores de edad en Barcelona y enviado a Bolivia. En el país también lo denunciaron por vejar a niñas.

Con el escándalo del jesuita español Pedrajas, la Fiscalía de Bolivia investigó a 35 sacerdotes. Entre ellos, los jesuitas Carlos Villamil Olea, Francesc Peris, Alejandre Mestre, Jorge Vila Despujol, Luis María Roma Padrosa, Antonio “Tuco”Gausset Capdevila y Luis Tó.

En Bolivia, como en Salto, también existe un “club de fans”. Es el caso de Villamil Olea, también conocido como “Vicu”, quien falleció el 26 de enero de 2023. Su muerte fue muy sentida por el Arzobispado de Cochabamba. Él estuvo a cargo del Colegio Juan XXIII y el Hogar de Niños Huérfanos de Tacata, en Cochabamba. Fue denunciado por violar a niñas.

Antes del caso Pedrajas eran contadas las denuncias (ocho llegaron a los medios de comunicación y dos sacerdotes fueron enviados a la cárcel). La moneda común era el olvido y la falta de pruebas. Un ejemplo es el mismo Pedrajas que vivió 66 años impune y murió el 12 de marzo de 2009. Su diario, contando sus vejaciones, aportó datos para iniciar investigaciones.

Hay vientos de cambio. En mayo, el gobierno boliviano anunció la creación de una ley para evitar que los delitos sexuales prescriban, más aun tratándose de víctimas menores de edad. Por su parte, el presidente Luis Arce Catacora envió una carta de reclamo al papa Francisco en la cual cuestiona el proceder de estos religiosos.

La Iglesia Católica –revela Andrés Eichmann, el portavoz de la Conferencia Episcopal Boliviana– creó en mayo de este año una Comisión de Escucha, que tiene a 10 delegados en distintas partes del país. Esta entidad busca unir lazos entre el clero y las víctimas de violencia sexual. Se han reportado tres casos, ninguno está ligado con Tapacarí.


Una imagen de la plaza Artigas, en el centro de Salto, Uruguay

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No cerrará la herida


Tiene la mirada perdida. Toma aire y va de nuevo.


Cuenta:

-…Es muy doloroso volver a vivir todo eso. Trato de estar, de vivir acá en mi casa, con mi familia, las cosas sencillas de cada día y, como te decía, pensar en este día, mañana no sé qué me va a pasar, no sé. Tu presencia ahora acá, viste, vuelve a remover todo otra vez y yo entiendo que es tu trabajo y todo, pero vuelve otra vez a sacar todo a flote.

-¿Ha tenido pesadillas con todo esto?

-¿Pesadillas? Yo no sé, yo lo que te puedo decir es que la vida que llevo no es una vida normal.

-Encerrado.

-Encerrado capaz que no es la palabra, dolido, sin capacidad de… perdí la capacidad como de intentar hacer algo por mí.

-Es algo que se lo ha buscado.

-¿Lo que pasó?, no sé.

-O sea la consecuencia.

-Sí, la consecuencia, sí. Yo lo que trato de hacer hasta donde puedo, que depende de mí, pienso que lo que depende de mí hasta ahora es estar acá, con mis padres, con mi familia.

-Va a seguir con ellos, ese es su horizonte, mínimo.

-Mi día a día, digamos.

-Hoy y mañana…

-El hoy nomás, capaz no llegue al mañana. Yo pienso también, por las consecuencias, que llegue a pasarme algo y la angustia de mis padres, y cómo les va a afectar a mi familia. Es indescriptible y ni la pueden imaginar siquiera. Es gente sencilla, gente de bien que nunca se hubieran imaginado, nunca nos hubiéramos imaginado que esto hubiera sucedido alguna vez, pero pasó y bueno.

-Su papá y su mamá debe ser mayores.

-Sí, son mayores, muy mayores. No… es terrible, es un drama terrible.

-Sus hermanos de pronto le ayudan igual.

-Toda mi familia me ha contenido. Lo han sufrido conmigo y yo lo he sufrido con ellos, lo seguimos sufriendo hasta hoy y tratamos de apuntar día a día como podemos porque es una herida que no cierra nunca, no, no cierra nunca; pero bueno.




Quienes no tuvieron contención fueron los niños abusados de Tapacarí. Aquellos a los que él encerró en su habitación.

Son experiencias que marcan de por vida y que requieren de ayuda especializada. Es necesario que la persona pase de víctima a sobreviviente, explica Marynés Salazar, psicóloga directora de Psinergia. Ella dedica parte de su vida profesional a atender a quienes sufrieron abusos sexuales. “Necesitamos que (la víctima) comprenda que aquel momento, aquel tiempo que ha vivido, no debe marcar el resto de su vida. Trabajamos en terapia para que estas personas digan ‘me has lastimado, me has dañado en este tiempo, en ese momento, pero mi vida es mía y no va a depender de ese momento’. Trabajamos para que se pase de víctima a sobreviviente”.

Salazar explica que lo ideal es tener un entorno que apoye a las víctimas. “Un entorno que no cree lo que dice, que lo acusa de inventar o, más aún, que le culpabiliza, es un problema y lleva a dos traumas: el hecho del abuso y la desprotección”, acota.

Hay tres caminos que recorren las víctimas. El primero es la capacidad de resucitar como un ave Fénix y tener la capacidad de resiliencia; hay quienes viven con desequilibrios psicológicos; y por último están aquellos que pierden la capacidad de socializar, los cuales son una mayoría. De éstos, Salazar dice: “Terminan alejándose de grupos en los cuales puedan interactuar, evitan tener relaciones amistosas o relaciones de pareja y fracasan en las mismas. Hay quienes terminan replicando las acciones que ellos mismos han vivido y las normalizan”.

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No Escaparás


El jueves 8 de noviembre de 2007, el arzobispo de Cochabamba Tito Solari afirmó: “Ahora nuestro compromiso es volcar a todos los involucrados nuestros esfuerzos para rehabilitar a los chicos y ofrecerles las mejores oportunidades para que de este mal puedan encontrar renovados impulsos de bien, que el Señor los ayude”.

En Tapacarí no hay recuerdos de la intervención de la Iglesia Católica a favor de los niños abusados por Santana. El intendente Félix Avilés dice que en 2007 había un pacto de silencio. “No se sabe nada, qué es lo que ha pasado, tampoco se sabe de los chicos porque se han callado toditos y no han dicho nada”, cuenta en 2023 frente a la plaza del pueblo.

Pocas cosas han cambiado desde entonces. Sonia Rosas, responsable de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia y los Servicios Legales Integrales Municipales, hace un balance de lo que sucede en este poblado cochabambino de menos de 25.000 personas: “En el municipio de Tapacarí se presentan muchos casos de violaciones y abusos sexuales. El año pasado se presentaron unos cien casos de denuncias a la Fiscalía, de los cuales el 50% eran violaciones, un 80% eran a niñas, niños y adolescentes”.

La Defensoría apuesta por las campañas de prevención, aunque es un trabajo complicado porque “este es un pueblo machista”. Ella continúa: “La gente misma en las comunidades cree que esto (el abuso sexual) es normal y cuando se presentan hechos de violaciones, en muchas comunidades concilian”. Conciliar es, por ejemplo, que la mujer abusada y el varón abusador contraigan matrimonio. Lo común es guardar silencio. Las violaciones son motivo de vergüenza y cuando hay un menor varón víctima mucho más. O sea, no existe ningún “entorno amable para las víctimas” como describió la psicóloga Salazar.

En la Defensoría de Tapacarí no hay registros del caso Santana debido a que en 2007 la Alcaldía del pueblo funcionaba en Quillacollo y se estima que entonces se perdió información. Eso sí, existe la certeza de que entonces la Defensoría obtuvo un mandamiento de aprehensión contra el uruguayo, algo que jamás llegó a ejecutarse.

Sobre la ayuda a las víctimas del sacerdote tampoco hay registros disponibles. Romina Zeballos Pérez, psicóloga de la Defensoría de Tapacarí, se lamenta: “No sabemos cuántos niños son, qué se ha hecho en ese entonces con ellos, cuál ha sido la contención que han recibido, cuál ha sido la ayuda a los niños. No hay nada”.


En época de lluvias es muy difícil acceder a Tapacarí




No dormirás en paz


Nadie lo persigue, excepto un corazón delator que le recuerda lo que pasó. Desde Tapacarí hasta Salto. La conciencia le muerde. No puede estar en paz.

-¿Quizás era lo mejor quedarse en Tapacarí?


-No sé, no puedo especular con eso porque no sé, si me quedaba se abre un montón de posibilidades... ¿Qué me hubiera pasado a mí? ¿Mi vida corría peligro?, ¿Se hubiera hecho justicia?, ¿Se hubiera hecho injusticia conmigo? ¿Estaría vivo ahora hablando con vos acá si me hubiera quedado? ¿Mis padres estarían vivos?... Ves, son un montón de posibilidades que se abren, es aterrador pensar siquiera en una de ellas; entonces especular con eso yo creo que no lleva a nada. Sólo queda hablar de lo que pasó, del camino, de la decisión que tomé, y de que capaz por esa decisión ahora estoy hablando con vos ahora; capaz ni siquiera estaba vivo si hubiera sido otra la decisión.



Santana Trinidad no tiene nada armado. En 2007 les quitó la inocencia los niños que estaban a su cargo. La Iglesia Católica lo cobijó y después él huyó. La justicia boliviana e Interpol tampoco lo buscaron porque, de haberlo hecho, era fácil encontrarlo. Nadie ayudó a sus víctimas; al exsacerdote y a su familia sí. Ahora él no sabe qué le depara el futuro. Nadie habla de las víctimas, las olvidadas de esta historia.

Acaba la charla y Santana da la vuelta para meterse a su casa. Allá donde se esconde del mundo, mas no de su pasado.


Pecado, delito e impunidad, una historia con sotana